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martes, 18 de diciembre de 2012

ACERCA DEL 21 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2012


“Aquí se debe dejar cualquier recelo
Toda cobardía debe morir aquí”.
La Divina Comedia
DANTE ALIGHERI

A pocos días de avecinarse el mal llamado “fin del mundo” o mas recientemente “cambio de era”, predicho por lo “mayas” y pregonado a voz en cuello por “descifradores de profecías”, quienes para apoyar sus “investigaciones profundas” no miden esfuerzos por citar a todos los profetas apocalípticos habidos y por haber. Así por ejemplo, por ahí han surgido unos individuos que han “descubierto” en las centurias de Nostradamus coincidencias con la profecía maya (Nostradamus es el profeta mas elástico que se conoce, pues cada vez que acontece algo, ahí esta las centurias que nos lo advertía y nadie hizo caso.)

Cuando hablamos de profecías, debemos dejar de pensar en la “predicción” y considerar la “post dicción”, esto es, después del acaecimiento es que se interpreta la profecía y no al revés. Por lo tanto, más que predecir un hecho posible de suceder, las profecías, debido a su lenguaje genérico e impreciso, son fáciles de emplear en la “post dicción” y así referir en el presente que lo que sucedió fue dicho con anterioridad por cierta autoridad profética. Las profecías, sea dicho esto con la mayor honestidad, por la estructura de su lenguaje, pueden encajar en cualquier acontecimiento posible y en provecho de ciertos intereses particulares.

Si las profecías son tan imprecisas y se ajustan a todo acontecimiento posible, ¿Por qué no desecharlas y dejar de  prestarles atención? Pues porque muchas personas optan por la respuesta superficial, quimérica y suprahumana; pues la vía racional les parece oficio tan tedioso.

Todo lo que acontece en este mundo responde a leyes que la ciencia va descubriendo (y no creando, como sí tienen que hacerlo quienes apoyan respuestas fuera de toda lógica científica y racional).

No se me entienda que, a mi modo de ver las cosas, no es necesaria la existencia de alguna divinidad. Pues, el ser humano, debido a su naturaleza tiende a proyectar lo que “quisiera ser” pero “no es” en un ente divino, para así sentir que si obedece a esa divinidad, él podrá alguna vez tener esas cualidades que anhela. La creencia en divinidades es un asunto necesario para la vida del ser humano, no es que sea una variable importante en las leyes que explican el mundo externo del hombre (no forma parte de ninguna variable), pero sí un punto fundamental para la vida interior del hombre y su equilibrio; imagínense una humanidad sin la creencia en una divinidad, ¿en quien proyectarían lo que quisieran “llegar a ser”? He aquí, la raiz de la miseria humana, y en ese sentido, todos somos miserables criaturas. “El hombre es un ser que ha de ser superado”, pregona el Zaratustra de Nietzsche, pero mientras tanto, necesitamos creer en algo sobrenatural y quizá inexistente.

El “fin del mundo”, no es algo que vaya acontecer este 21 de diciembre; lo que sucede, es que cierto afán de comerciar un libro, ha cometido la imprudencia de hacerles decir a los mayas lo que ellos no dijeron nunca, y así  explotar el temor de gente ignara ante el incierto de un “fin del mundo” anunciado por los mayas en su famoso sistema de calendario astronómico.

Ahora, en aras de la verdad, no es necesario ser maya o interpretador de los mayas para llegar a la conclusión que la lógica irracional, depredadora y egoísta del sistema económico actual (capitalismo), nos está conduciendo hacia la extinción total de la vida en nuestro planeta. No es culpa de la mayoría de habitantes de este planeta, sino del afán egoísta, irresponsable, irracional y depredador de un puñado de “dueños del mundo”, quienes se esmeran por hacer día a día imposible la vida y un futuro mejor para las inmensas muchedumbres.

Dicho todo esto, yo, para no desentonar en este ambiente de profecía, me erijo en una persona especial y profetizo que el sábado 22 de diciembre, la mayoría que lea este escrito desayunara y hará su vida de modo normal (algunos, como es de suponer, quizá mueran,  pero esto no por los “mayas” sino como consecuencia normal de la vida).

El hombre es un ser para la muerte”. 
Martin Heidegger

                                                                                                                                 Charliejohn