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martes, 13 de agosto de 2013

Visión en retrospectiva

Martin Heidegger decía que "el hombre es un ser para la muerte", y con mucha razón, cada día que pasa es un paso al fenecer. Lo único cierto es la muerte, creo que eso era algo que fascinaba tanto a Leopardi, que no dejó de pensar en ello.

Mirando en retrospectiva, en estos 33 años de vida, puedo expresar mi profunda preocupación de como se pasa la vida tan rápido y como avanzan los pasos para "dejar de ser". Una niñez dura y miserable, pero con anécdotas felices; la adolescencia con plena libertad para leer lo que quiera y alejarme del protestantismo pentecostes, conociendo el marxismo como si fuera la Biblia; esta juventud que me acompaña, llena de alegrías y dura lucha. En fin, he vivido más que 33 años y aún sigo pensando que la "verdad de la época es la revolución".

La filosofía me viene de muy pequeño, aún cuando asistía a la iglesia protestante, siempre el querer profundizar sobre algo, el observar lo que otros simplemente ven, marcó y marca mi vida.

No he hecho neciamente, pero tampoco he logrado alcanzar todavía la razón de mi existir. Nietzsche decía que era dinamita, creo que yo soy una bomba que tarda en explotar. Empero llegará mi tiempo.

Recuerdo ahora que mamá Olga se quejaba por mis compras exageradas de libros, pero en ellos encontré la amistad y el conocimiento que la escuela regular me negó, mejor dicho, la miseria de mi niñez y adolescencia negó. Agradezco esa negación, pues sin ella solo sería un pobre diablo que sueña con vivir mejor. Mi existencia tiene su razón de ser en la política. Hitler, entro a la política en un acto de desesperación, mi actividad política obedece a la convicción no de "interpretar" sino de "transformar" el mundo de hoy.

Dentro de una semana me graduó como egresado de la carrera profesional de derecho. Seguramente seguiré una maestría, pero seguiré siempre siendo un caminante de la filosofía y un combatiente por el cambio social. Quizá sea solo yo, en fin, lo mejor nunca ha estado en la mayoría. El derecho y su estudio me han fortalecido para  argumentar mejor en favor de mi postura política, mi derrotero no es la litigación sino la lucha por el cambio social.

Ahora, con estos años, creo que no he vivido en vano, que todo cuanto he padecido me ha permitido forjarme para afrontar retos mayores.

Viendo la imagen de Karl Max en mi puerta, me pregunto si soy marxista aún, si aún puedo cantar la internacional y levantar los puños, si aún el hoz y el martillo forman parte de mi visión; me respondo que no. El marxismo es dialéctico y no un fósil dogmático. Marx me ha forjado políticamente, pero no puedo seguirle a pie juntillas, Lenin es el ejemplo a seguir, pero yo tomare otro rumbo. Nietzsche me ha forjado filosoficamente, y después de estudiarlo, ya no se puede ser igual. Pregono una suerte de unión entrambas doctrinas. Si, soy un marxista nietzscheano, quizá eso sea imposible,quizá soy un imposible. Pero, soy. Como olvidar a Leopardi, con él aprendí a entender lo que es el arte en general y el arte literario en particular.

De aquí en adelante, solo avizoro más lucha.