“Aquí
se debe dejar cualquier recelo
Toda
cobardía debe morir aquí”.
La
Divina Comedia
DANTE
ALIGHERI
A pocos días de
avecinarse el mal llamado “fin del mundo” o mas recientemente “cambio de era”,
predicho por lo “mayas” y pregonado a voz en cuello por “descifradores de
profecías”, quienes para apoyar sus “investigaciones profundas” no miden
esfuerzos por citar a todos los profetas apocalípticos habidos y por haber. Así
por ejemplo, por ahí han surgido unos individuos que han “descubierto” en las
centurias de Nostradamus coincidencias con la profecía maya (Nostradamus es el
profeta mas elástico que se conoce, pues cada vez que acontece algo, ahí esta
las centurias que nos lo advertía y nadie hizo caso.)
Cuando hablamos
de profecías, debemos dejar de pensar en la “predicción” y considerar la “post
dicción”, esto es, después del acaecimiento es que se interpreta la profecía y
no al revés. Por lo tanto, más que predecir un hecho posible de suceder, las
profecías, debido a su lenguaje genérico e impreciso, son fáciles de emplear en
la “post dicción” y así referir en el presente que lo que sucedió fue dicho con
anterioridad por cierta autoridad profética. Las profecías, sea dicho esto con
la mayor honestidad, por la estructura de su lenguaje, pueden encajar en
cualquier acontecimiento posible y en provecho de ciertos intereses
particulares.
Si las profecías
son tan imprecisas y se ajustan a todo acontecimiento posible, ¿Por qué no
desecharlas y dejar de prestarles
atención? Pues porque muchas personas optan por la respuesta superficial,
quimérica y suprahumana; pues la vía racional les parece oficio tan tedioso.
Todo lo que
acontece en este mundo responde a leyes que la ciencia va descubriendo (y no
creando, como sí tienen que hacerlo quienes apoyan respuestas fuera de toda
lógica científica y racional).
No se me
entienda que, a mi modo de ver las cosas, no es necesaria la existencia de
alguna divinidad. Pues, el ser humano, debido a su naturaleza tiende a
proyectar lo que “quisiera ser” pero “no es” en un ente divino, para así sentir
que si obedece a esa divinidad, él podrá alguna vez tener esas cualidades que
anhela. La creencia en divinidades es un asunto necesario para la vida del ser
humano, no es que sea una variable importante en las leyes que explican el
mundo externo del hombre (no forma parte de ninguna variable), pero sí un punto
fundamental para la vida interior del hombre y su equilibrio; imagínense una
humanidad sin la creencia en una divinidad, ¿en quien proyectarían lo que
quisieran “llegar a ser”? He aquí, la raiz de la miseria humana, y en ese
sentido, todos somos miserables criaturas. “El hombre es un ser que ha de ser
superado”, pregona el Zaratustra de Nietzsche, pero mientras tanto, necesitamos
creer en algo sobrenatural y quizá inexistente.
El “fin del
mundo”, no es algo que vaya acontecer este 21 de diciembre; lo que sucede, es
que cierto afán de comerciar un libro, ha cometido la imprudencia de hacerles
decir a los mayas lo que ellos no dijeron nunca, y así explotar el temor de gente ignara ante el
incierto de un “fin del mundo” anunciado por los mayas en su famoso sistema de
calendario astronómico.
Ahora, en aras
de la verdad, no es necesario ser maya o interpretador de los mayas para llegar
a la conclusión que la lógica irracional, depredadora y egoísta del sistema
económico actual (capitalismo), nos está conduciendo hacia la extinción total de
la vida en nuestro planeta. No es culpa de la mayoría de habitantes de este
planeta, sino del afán egoísta, irresponsable, irracional y depredador de un
puñado de “dueños del mundo”, quienes se esmeran por hacer día a día imposible
la vida y un futuro mejor para las inmensas muchedumbres.
Dicho todo esto,
yo, para no desentonar en este ambiente de profecía, me erijo en una persona
especial y profetizo que el sábado 22 de diciembre, la mayoría que lea este
escrito desayunara y hará su vida de modo normal (algunos, como es de suponer,
quizá mueran, pero esto no por los
“mayas” sino como consecuencia normal de la vida).
“El hombre es un
ser para la muerte”.
Martin Heidegger
Charliejohn
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