Esta APOLOGIA del
cristianismo, escrito por Arístides, un filósofo cristiano que vivió a mediados
el siglo I d.c., es una de las primeras apologías donde se expresa los
fundamentos de la fe cristiana, en esta oportunidad, se pone el énfasis en lo
que es Dios y su diferencia frente a los dioses de los caldeos, griegos y
egipcios, además de una exposición de la forma de vida del cristiano en aquellos
tiempos, con el afán de que los críticos del cristianismo sepan que sus
exposiciones están reñidas con la verdad, por ende, difamatorias.
El autor hace una
división de las personas, en: adoradores, judíos y cristianos; además, entre
los denominados adoradores, menciona a los caldeos, griegos y egipcios;
haciendo una exposición sucinta pero instructiva tocante “los dioses” de aquellas
civilizaciones.
Una de las características de Dios, mencionadas al
inicio de la apología, es “sin principio y eterno, inmortal y sin
necesidades, por encima de todas las pasiones y defectos, de la ira y del
olvido y de la ignorancia y de todo lo demás; por El, empero, subsiste todo. No
necesita de sacrificio ni de libación ni de nada de cuanto aparece; todos,
empero, necesitan de Él”. Sin embargo, esas características son ajenas
a los “dioses” caldeos, griegos o egipcios, los cuales se enumeran en
este texto, quienes pretenden salvar a los hombres sin poder ellos mismos
salvarse.
Los
caldeos, según el autor, se extraviaron del conocimiento verdadero de Dios y se
fueron en pos de dioses tales como el agua, luna, sol, tierra, fuego, en fin,
de los elementos y luminares, sin darse cuenta ellos, que tales no pueden ser
Dios sino que han sido “creados por Dios” para utilidad del
hombre.
Los
dioses griegos, con sus vicios muy parecidos a la de los hombres, es el colmo
de la ridiculez, pues no puede ser “Dios” quien no puede controlar sus
propios impulsos, tales como codicia, fornicación, adulterio, homicidios, entre
otros; con lo cual se deja bien en claro, que los dioses griegos, no son tales,
sino solo en la imaginación de una mente pervertida y extraviada de la verdad.
Lo
que corresponde a los egipcios exaltando a los dioses con rostros de animales,
no puede sino ser digno de una imaginación extraviada de la verdad y
profundamente ignorante sobe la divinidad.
El
autor, hace mención a los judíos, como aquellos que están cerca de conocer la verdad
pero que no pueden obtenerla, pues viven dentro del error, extraviados de Dios,
por su negativa a reconocer la autoridad divina del “Hijo de Dios”.
Solo
los cristianos, quienes viven como predican, guardando celosamente las
enseñanzas “…del mismo Señor Jesucristo los tienen grabados en sus corazones y los
guardan, esperando la resurrección de los muertos y la vida del siglo por
venir. No adulteran, no fornican, no levantan falso testimonio, no codician los
bienes ajenos, honran al padre y a la madre, aman a su prójimo y juzgan con
justicia. Los que no quieran se les haga a ellos no lo hacen a otros. A los que
los agravian, los exhortan y tratan de hacérselos amigos, ponen empeño en hacer
bien a sus enemigos, son mansos y modestos... Se contienen de toda unión
ilegítima y de toda impureza... No desprecian a la viuda, no contristan al
huérfano; el que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene. Si ven a
un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un verdadero
hermano. Porque no se llaman hermanos según la carne, sino según el alma...”.
La
lectura de esta apología escrita por Arístides, nos permite conocer los
rudimentos del cristianismo sin contaminación alguna y expresada con palabras
claras que permite a cualquiera entender lo que el autor quiere comunicar.
Algo,
también digno de resaltar, es que cuando se escribe esta APOLOGIA, el
cristianismo estaba en la lucha por abrirse camino entre tantas religiones y
expresiones de espiritualidad, y por tanto, la “vía polémica” con otras
religiones era no solo útil sino necesaria. Esto, por una sencilla razón, que
quien pretende hacerse notar doctrinal e ideológicamente, requiere someter a un
juicio severísimo el ideario anterior y actual, a fin de que en la polémica
pueda hacerse de un especio y ganar adeptos; esto que se menciona, vale tanto
en la lid religiosa como en cualquier otra, cuya intención es tomar posición hegemónica
y abrirse paso entre tanta maraña.
Nosotros,
que nos perturba el anhelo de dar a conocer nuestro ideario ideológico y
político, debemos reflexionar en los primeros pasos estratégicos del
cristianismo primitivo y su devenir entre tanta manifestación religiosa.
Charliejohn
29-08-2015
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