Cuando se tiene la
oportunidad de leer un texto antiguo del cristianismo en sus inicios, como la Epístola de la Iglesia de Esmirna a la de
Filomelio o también llamada Martirio
de Policarpo, con toda esa gesta de martirios por la fe, ante la brutal
persecución sufrida otrora por los cristianos en el imperio romano, no queda más
que el asombro.
Asombro por el arrojo
de los cristianos de ese entonces, por su deseo de enfrentar la muerte antes que
tener que adjurar de su fe, prefiriendo la hoguera, las fieras, los azotes u
otras clases de calamidades, antes de negar su creencia y su devoción a Dios.
En esta Epístola se
cuenta el martirio sufrido por Policarpo, varón de vida piadosa y entregada a
su fe, quien a pesar de su edad avanzada no dudo en sufrir la hoguera, como
demostración de devoción cristiana, para que los creyentes jóvenes pudieran
saber cuál es el verdadero temor, no a quien solo puede matarte el cuerpo, sino
el temor ante quien puede condenar a perpetuidad a los que no son dignos de él.
Al leer casa palara y
línea que compone esta epístola, no queda sino el preguntarse, que hace que una
persona esté dispuesta de dar su vida por lo que cree, dispuesto a dejar todo,
renunciar a todo por vivir de acuerdo a su creencia.
La respuesta, a mi modo
de entender, solo puede ser la valentía. Valentía ante la adversidad para vivir
conforme a las creencias que uno tiene, aun a riesgo de perder la vida propia y
la de los suyos; y es que esa valentía demostrada por los primeros cristianos
debe ser resaltada, pues ejemplos de varios “Policarpos” hay por doquier en la historia del cristianismo
primitivo. En esa valentía esta la trascendencia.
Si una concepción
política, ideológica y filosófica anhela la trascendencia, no puede menos que
pedir a sus convictos y confesos seguidores la valentía al estilo del gran
Policarpo.
Charliejohn
02-08-2015
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