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jueves, 13 de octubre de 2016

Lo Efimero

Cuando por el diario transcurrir, uno pierde la noción que lo cotidiano muchas veces obscurece lo contemporáneo, y que si ello sucede, lo eterno se nos ha ido; lo contemporáneo no es más que peldaños necesarios en la inmensidad de lo eterno. Y una forma de buscar eternidad, es la trascendencia.
El diario transcurrir, por los problemas que obliga a enfrentar, desarrolla en nosotros una visión tubular o restringida, quizá unidireccional, lo que acaba ferozmente de a pocos con la razón de ser de nuestra existencia. El vivir solo el día a día, anula toda posibilidad de trascendencia, y no de la trascendencia mediocre (diría irreal, falsa) sino de aquella real, verdadera, que se asienta sobre el remontarnos a nuestro momento de vivencia hacia un horizonte posterior.
Contemplando lo cotidiano, solo vivimos para el hoy; proyectándonos a lo contemporáneo para remontarlo, eso es trascender. Y trascendiendo, lo eterno se nos acerca.
La vida de la persona humana, para una visión antropocéntrica, quizá sea de una belleza inestimable, pero visto cósmicamente, la vida de la persona humana no es más que una microscópica manifestación de un universo inmenso, al cual desconocemos casi en su totalidad. Si hablara de multiverso, ya el asunto es de una ignorancia plena sobre ella.
Una vida efímera, cotidianamente enferma, carece de valor en sí, además para sí es totalmente inservible, pues cancela la trascendencia, lo cual sería o debería ser, la razón en sí de la existencia de la vida de la persona humana. Y aunque pueda esto parecer sinsentido, hay personas inhumanas y hay humanos impersonales, que aunque tengan vida, o sea capacidad de conocer e interactuar con el mundo objetivo exterior, no por ello dejan de ser inservibles en su efímera existencia.

Y como trascender, sino por medio de la actividad transformadora que no solo avizore, más bien construya o desarrolle camino hacia un horizonte superior o elevado en comparación a lo actual.

martes, 26 de enero de 2016

92 años y tanto por aprender aun

Vladimir Ilich Ulianov, conocido mundialmente como Lenin, el 21 de este mes se conmemoro 92 años de su sensible fallecimiento. Con tan solo 54 años de vida, pero de una vida enormemente rica en experiencia y destreza política, además de una férrea ideología, a la cual se adhirió muy joven y nunca se apartó de ella, me refiero al marxismo, pero no al marxismo vulgar, sino al marxismo revolucionario. Al cual no solo se adhirió sino también enriqueció, robusteciéndolo con los nuevos avances y cambios científicos, filosóficos y económicos sociales.
Los homenajes no faltaron, como cada año, muchos compiten por halagar a Lenin en sus escritos. Pero, halagándolo se le hace poco favor, pues Lenin no necesita halagos y en su vida política nunca lo requirió; ante la enorme imagen de Lenin solo cabe el estudiarlo dentro del contexto en el que le toco vivir.
Muchos hablan de Lenin de forma solemne pero en la práctica diaria se esfuerzan por apartarse lo más que se pueda del ideario de Lenin, pues son descaradamente oportunistas y también lacayos del sistema que combatió Lenin toda su vida. Por doquier el oportunismo descarado y el disimulado aparecen a la vista. Pero. También el dogmatismo no se ausente sino que aún sigue vivo, esparciéndose lentamente gracias al apoyo de quienes creen religiosamente en el ideario de Lenin, olvidando el marxismo revolucionario no puede ser fosilizado sino que se haya vivo y asume los cambios que el mundo sufre.
Nosotros, no nos reclamamos leninistas, como si eso nos volviera revolucionarios; nosotros asumimos los aportes de Lenin al socialismo científico, el cual haya su fundamento en el marxismo.
Lenin es ejemplo de comportamiento político, de tenacidad y perseverancia, además de estudio constante. Y quienes tienen o han tenido contacto con su ideario ideológico político no deben actuar menos que Lenin. Empero, nosotros, que asumiendo los fundamentos del socialismo científico y reuniéndolo con la visión nietzscheana, no seguimos a pie juntillas el ideario de Lenin, pero tampoco lo negamos, sino que sin perder el espíritu dialectico, no podemos negar que todo fluye y que se han sucedido cambios que el leninismo originario no pudo prever, pues aquí no hablamos del leninismo contemporáneo que no pasa de producir nausea.
-          Asumimos el materialismo histórico como lo expuso magistralmente Lenin en su libro Quienes son los Socialdemocratas y como luchan contra los Amigos del Pueblo, donde expone lo inevitable del materialismo aplicado a la historia de la sociedad, sin la cual se enrumba todo serio estudio al subjetivismo y a la desfiguración de los hechos tal como son.
-          Asumimos de Lenin la propuesta de 1902 en su libro Que Hacer, donde propugna la dos vías de desenvolvimiento de un partido político, l dedicación exclusiva de sus integrantes y su profesionalización, además, del carácter de masa del partido y no un partido de masas, con una férrea disciplina y control interno.
-          Asumimos de Lenin la aplicación del materialismo dialectico al desenvolvimiento político del partido. Además, el centralismo democrático. La dictadura en su real entendimiento, propugnador de la participación de las personas y coercitivo con los enemigos de todos los pelajes.
Pero, nos distanciamos de Lenin cuando plantea que el poder debe pasar a las masas, nosotros sostenemos que las masas son emocionales y no racionales, que si bien es cierto ellas hacen la historia, pero la historia que impulsan los “pocos”, aquellos esclarecidos. Si bien las masas deben participar de la construcción de sus nuevas vidas, pero no deben tener el control de decisión, pues son emocionales y no racionales.
24-01-2015


Charliejohn