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domingo, 9 de enero de 2011

HAWKING Y MLODINOW, ¿ASESINARON A LA FILOSOFIA?

En el reciente libro “El Gran Diseño”, de los autores: Stephen Hawking y Leonard Mlodinow; libro interesante por estar de acorde con los conocimientos científicos actuales acerca de nuestro universo, el quehacer científico y nuestra existencia.

Pero, qué sucede cuando connotados científicos, producto de sus acuciosas investigaciones, comienzan a entrar a una “dimensión” diferente a la que están acostumbrados a desenvolverse, entonces cunde el pánico o la soberbia y se acaba expresando lo que no es enteramente justo ni necesario.

Esto último les ha sucedido a Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, al expresar que la “filosofía ha muerto”, pues ella “no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular de la física.” Esto convierte a los hombres de ciencia “en los portadores de la antorcha del descubrimiento en búsqueda del conocimiento”. Cualquiera, que desconozca el quehacer filosófico, podría fácilmente suscribir lo escrito por Hawking y Mlodinow, sin embargo, no es enteramente cierto que los hombres de ciencia hayan acabado con la filosofía; la descontemporización de la filosofía con el avance científico, el rezago que padece, no es cierta del todo.

Cuando el hombre de ciencia no solo busca el “¿Cómo?”, sino que comienza a plantearse el “¿Por qué?”, entonces, la óptica científica (conocimiento especializado, de primer orden, sobre una parte de la realidad) le parece estrecha y se adentra en los recintos de la filosofía (conocimiento omnímodo, problematizador, racional, crítico y de segundo orden, sobre la realidad, mediante sus disciplinas) y una vez dentro de ella desea continuar como científico y he aquí el problema. Una cosa es la ciencia y otra es la filosofía, aunque ambas sean racionales (o pretendan serlo), emplean procedimientos diferentes, una busca respuestas y la otra se alegra cuando encuentra un nuevo problema.

TESIS: Los hombres de ciencia, cuando demuestran desprecio hacia la filosofía, lo hacen desde la filosofía misma; en otras palabras, los asesinos o aniquiladores de la filosofía, lo hacen filosóficamente. Además, desde tiempos antiguos, cada cierto tiempo se levanta una persona asombrada de haber descubierto la muerte de la filosofía, y entonces filosofa al respecto.

Hawking y Mlodinow, en su obra expresan: “Para comprender el universo al nivel más profundo, necesitamos saber no tan sólo cómo se comporta el universo, sino también por qué”. Este tipo de comprensión, es de carácter filosófico, requiere de una visión general, critica, problematizante para pretender respuestas; aquí la ciencia seria no tan útil como la filosofía.

El hombre siempre ha preguntado y buscado respuestas acerca de su existencia y el lugar que ocupa en el universo. Los avances científicos, cada vez, con mayores descubrimientos, vuelven a nuestro conocimiento más exacto y veraz, empero los avances científicos necesitan de una sintetización (dicho de otro modo, requieren del filósofo).

La propuesta, a partir de los avances en física cuántica, de varios universos y diferentes historias y diversas leyes que les rigen (el famoso “multiverso”), hace cada vez más difícil a la teología el salir al frente y continuar la predica de una divinidad hacedora de todo, diseñadora del universo. Aunque, la teología, podría hacerse indiferente a los descubrimientos científicos, creo que tendrá que volver a ceder posiciones una vez más, ante hechos inocultables. Claro que, para creer en divinidades no es necesario la justificación científica de la misma.

Pensábamos que éramos una especie superior, pero una vez más, los amigos de la ciencia, nos dicen nuestras miserables verdades: somos una especie rara dentro de un vasto universo (que ahora ya no es universo sino multiverso) casi desconocido para nosotros, con un vida tan cortísima en la inmensidad del cosmos, evolucionado del carbono, sin libre albedrío (todo responde a leyes), sin un Dios hacedor, con tantas cosas por descubrir. Estas verdades, parecen ser el techo del palacio que aplastó al obispo Tempier de Paris (quien en 1277, animado por Papa Juan XXI, publicó una lista con 219 herejías condenables por la iglesia). Estas verdades nos aplastan pero a la vez animan la búsqueda científica de repuestas y el espíritu filosófico de hallar problemas.

Una cosa que embellece al hombre de ciencia, es no reparar en dejar de lado una teoría si las observaciones demuestran que es incorrecta, es que comprenden que nuestras ideas no deben condicionar la naturaleza sino la naturaleza, al observarla críticamente, debe afinar nuestras ideas que tenemos de ella.

Hawking y Mlodinow, no han asesinado a la filosofía, no pueden hacerlo, pues ya han empezado a filosofar, y aunque sean polémicas sus ideas, lo que es enteramente aceptable es que en este libro, no solo ponen en manos del lector los conocimientos científicos de la física actual sino abren una discusión rica sobre la actitud del filósofo ante la ciencia.



Charlie John

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