Buscador

lunes, 6 de julio de 2015

Y ¿Qué de la Salvación?


“¿Entonces acerca de qué hemos estado disputando por estos treinta años? Me temo que, acerca de palabras”. Juan Wesley

Brian Gray, de una forma clara, amena y sencilla, en su Folleto cuyo título es: LA HISTORIA Y EL FRUTO DEL MENSAJE MODERNO DE SALVACIÓN, expone las razones luteranas, wesleyanas, anabaptistas, pentecostés y otros al respecto de la salvación. Salvación, si ella es por “solo fe”, “por gracias de Dios”, “por obras (obediencia)”.

Aunque, sin tener la capacidad de Brian Gray, ni las motivaciones de él, quisiera, si se me permite, comenzar mi comentario, recordando las palabras con las que predicaba Juan El Bautista, quien según San Mateo 3:2 expresaba “y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Asimismo, el propio Jesús según San Mateo 4:17 predicaba “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

Estas dos citas bíblicas, hasta para el más neófito en asuntos bíblicos, no pueden dejar dudas acerca de que la salvación transita el camino del reconocimiento del pecado, la negación del mismo mediante el arrepentimiento y la superación del estado anterior mediante demostraciones dignas de arrepentimiento.

Si bien es cierto, que en otra parte del nuevo testamento se sostiene que “por gracias sois salvos”, esa gracia o regalo es dado por Dios, ya que él sabe quién merece ser salvo y quien no, pues “por sus frutos los conoceréis”, entendiendo por frutos, las obras de arrepentimiento y sujeción a las pisadas de “aquel que os llamo a su luz admirable”.

La sola fe, como doctrina teológica, es controvertida, pero como estrategia publicitaria, es hondamente agradable al público. La salvación por el solo hecho de estar convencido de ello, convierte al evangelio en un método de “sentirse bien espiritualmente” aunque sea con mentiras.

Creer que se es salvo por el mero hecho de estar convencido de aquello, solo puede ser producto de un cristianismo “amigo del mundo” y por ende constituido “en enemigo de Dios.”

El cristianismo, está siendo erosionado desde dentro. Son los mismo cristianos quienes compiten cada día en quien se leja más de las enseñanzas de Jesús, utilizando en algunas oportunidades al mismísimo Pablo para “arreglar” a Jesús; cuando lo correctamente hermenéutico seria entender a Pablo mediante las palabras de Jesús.

Como saber si se es salvo, a pesar de nuestra innata iniquidad, pues como dice David en un Salmo: “…y en pecado me concibió mi madre”. De hecho que no será un mero sentimiento de seguridad, sino la fe que es revestida por las obras, pues si la fe carece de obras, como lo dijo Santiago “es muerta” y si aquella fe carece de vida, no puede ser la fe en un Dios vivo. Solo la fe en Dios, con una demostración pública de frutos dignos de arrepentimiento hará posible la gracia de la salvación que es potestad de Dios.

Y todo esto, creo, obedece a una lógica teológica sencillísima, la predicación al inconverso debe estar centrado, no en el amor de Dios al pecador, sino en el reconocimiento de su naturaleza pecadora (ejemplo, la primera predicación de Pedro en el Pórtico de Salomón), lo cual dará lugar al arrepentimiento y como consecuencia, al gozo del amor de Dios hacia el hombre, quien no escatimo ni a su propio hijo para salvar a la humanidad, por consiguiente el hombre arrepentido debe conducirse dando frutos dignos de arrepentimiento y buen testimonio, pues la salvación es una gracia otorgada por Dios, pues el mismo reclama “ser santos como yo soy santo”.

El arrepentimiento y la fe en la salvación no es un cheque en blanco ni un salvoconducto para que de ahí en adelante se descuide una vida que prescribe “tomar una cruz” siguiendo las pisadas del maestro.



Charliejohn

No hay comentarios:

Publicar un comentario